lunes, 15 de septiembre de 2014

Paramahansa Yogananda

Como Cultivar el Amor Divino
Templo de Self-Realization Fellowship, Hollywood, California.
10 de Octubre de 1943


El mundo en general ha olvidado el verdadero significado de la palabra amor.
El hombre ha abusado tanto del amor que muy pocas personas saben lo que realmente es. Así
como el aceite está presente en cada parte de la oliva, el amor impregna cada parte de la
creación. Pero definir el amor es muy difícil, por la misma razón que las palabras por sí solas
no pueden describir con total exactitud el sabor de una naranja. Debes probar la fruta para
conocer su sabor. Lo mismo debe suceder con el amor. Todos habéis experimentado algún tipo
de amor en vuestros corazones, de este modo ya sabéis algo acerca de él. Pero aún no sabéis
como desarrollarlo para purificarlo y expandirlo hasta convertirlo en amor divino. Una chispa de
este amor divino existe en muchos corazones al comenzar nuestra vida, pero suele perderse ya
que el hombre no sabe como cultivarlo.
Mucha gente no cree necesario analizar la verdadera naturaleza del amor. Lo
consideran como el sentimiento que tienen hacia sus familiares, amigos y otros a los que están
fuertemente unidos. Pero es mucho más que eso. La única manera que hay para describir el
amor real es explicando su efecto. Si pudieras sentir tan solo una partícula de amor divino tu
alegría sería tan grande - tan abrumadora - que no podría contenerla.
Pensad profundamente en lo que digo. La satisfacción del amor no está en el
sentimiento como tal, sino en la alegría que este sentimiento conlleva. El amor proporciona
alegría. Nos gusta el amor porque nos intoxica de felicidad. Así pues, al amor no es nuestra
meta final, ésta es la felicidad. Dios es Sat-Chit-Ananda, imperecedera, consciente y siempre
renovada felicidad. Nosotros, como almas, somos Sat-Chit-Ananda individualizada. ‘De la
alegría venimos, en la alegría vivimos y en esa sagrada alegría nos reuniremos algún día.’*
Todas las emociones - amor, compasión, coraje, humildad- carecerían de sentido sin la alegría.
Alegría significa estimulación, una expresión de la felicidad definitiva.
La experiencia del hombre en la felicidad se origina en el cerebro, en el sutil centro de
la conciencia divina que los yoguis llaman sahasrara, o loto de mil pétalos. Aún y así, el
sentimiento de alegría no se experimenta en al cabeza, sino en el corazón. Desde el divino
trono de la conciencia divina en el cerebro, la alegría desciende hasta el centro del corazón ** y
allí se manifiesta. Esa alegría proviene de la felicidad de dios - el esencial atributo del Espíritu.
Aunque la alegría pueda nacer en conjunción con otras condiciones, no está sujeta a
esas condiciones; se manifiesta sin ninguna causa material. A veces te despiertas ‘andando por
el aire’, con alegría y no sabes por qué. Y cuando te sientas a meditar, la alegría burbujea a tu
alrededor, sin ayuda de otros estímulos. La alegría de la meditación es sobrecogedora.
Aquellos que no han llegado al silencio de la profunda meditación no saben lo que es la
verdadera alegría. Nos sentimos muy felices cuando se satisface un deseo, pero cuando
somos jóvenes sentimos alguna vez una felicidad repentina que parece llegar de la nada. La
alegría se expresa bajo ciertas condiciones, pero no nace de esas condiciones. Así, cuando
alguien recibe mil dólares y exclama: ‘¡Qué feliz soy!’ la condición de haber recibido mil dólares
ha servido únicamente de resorte para disparar la fuente de alegría de la reserva de felicidad
que se halla en nuestro interior.


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